lunes, 25 de agosto de 2008

El Boliche Concheto

La entrada (sin consumición) te cuesta las tres cuartas partes de tu sueldo. Antes de entrar mirás al cielo y hacés un pedido a Dios: “Por favor, haceme ganar algo esta noche porque con la guita que voy a poner para entrar no voy a poder pagar ni un forro hasta fin de año”. A pesar de la creencia de no poder entrar en zapatillas en dichos boliches, los patovas se fijan en la pilcha en general.

Si curtís onda saco de pana, camisa Bowen y pantalón Bensimon o Etiqueta Negra, te dejan entrar en zapas, pero tienen que ser hechas a mano en Palermo Hollywood. Las minas son todas conchetas mal, dicen “tipo que” cada tres palabras y se la pasan riéndose huecamente entre ellas.
Nunca falta la concheta llena de guita que es un culo caminando, pero se cree lo más. Ninguna de las mujeres es gauchita, son todas virgochas histéricas que van casi en tetas pero no dan ni un pico.
Los flacos son casi todos rugbiers o polistas con mocasines, chombas pasteles y pullóveres crudos tejidos a mano, cuentaganado incluido.
Juegan a ver quién aguanta más bebiendo, terminan arruinados tocándose entre ellos en el reservado.

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